Reciclando una felicitación.

Sin anotaciones ni apuntes ni correcciones ni explicaciones, tal como vino al mundo, se la presento ahora que se ha ganado el derecho de ser publicada.


Estimada señorita *:

Con motivo de su reciente inclusión en el club de los Felices Años Veinte, me dirijo a usted con los propósitos que siguen.

En primer lugar me gustaría felicitarla por alcanzar (confío en que no sólo físicamente) tan deseada edad e instarla a que la aproveche teniendo en cuenta que, salvo algún coletazo de otra década, hay poca vida que no pueda vivirse mejor ahora que más adelante.

En segundo lugar quiero recordarle que hace dos años que terminó la Guerra, que comienza ahora el período del crecimiento y la creación (con minúscula, la mayúscula podría plantearnos un problema sobre si nuestro origen precede al Big Bang), de las vanguardias y las reinvenciones, de las excentricidades y de los conceptos redefinidos; comienza, en fin, la época del libre desarrollo intelectual.

Como miembro anterior a usted, me considero en la obligación de recordarle que este club se desintegra hacia el año veintinueve tras una acometida del más feroz capitalismo, que conducirá al crack bursátil que todos conocemos y tememos. A partir de entonces, su vida, como la de todos, se verá inevitablemente reducida a una existencia limitada por las obligaciones para con una sociedad que usted no ha elegido, pero que sufrirá en sus propias carnes.

Explote, pues, estos diez años como explota un negrero a sus negros, sin pudor, sin remordimientos de conciencia, sin dar explicaciones y sintiéndose en todo momento digna hija de tan felices años. Viva ahora mucho e intensamente y, cuando pase el tiempo, recuerde que vivió diez años y, si no tiene hambre pero le apetece comer algo, abra el frigorífico y descubra que, cuando uno cocina bien, siempre quedan sobras para cenar otro día. Coma y sáciese y, cuando su estómago le pida un respiro, déselo y piense para sí: FELICES AÑOS VEINTE.

Con algo de nostalgia pero siempre afectuosamente, se despide

Gabriel.

*Omito el destinatario para evitar conflictos si surgieren. Quien recibiera esto en su día lo sabrá reconocer.