Un buen banquete merece una buena presentación.

Me está costando más de un mes empezar a construir este mundillo mío con aspecto de blog del que pretendo hacer algo habitable. Bien puede ser que mi cabeza ya viaja al abismo, bien puede ser que dentro de esa misma cabeza está surgiendo algo nuevo; el caso es que de un tiempo a esta parte ahí dentro no existe un patrón que marque con claridad lo que pienso en dos momentos diferentes, en dos lugares diferentes... de hecho sucede que nada de lo que pienso coincide con lo que alguna clase de impulso no racional me lleva a perseguir. Y sucede en consecuencia que establecer racionalmente una línea de pensamiento que incluya varias ideas (en ocasiones opuestas) y las haga concordar con los ya mencionados impulsos se convierte en un problema a la altura de la cuadratura del círculo.
 
Es por eso que intento ordenar aquí algunas de mis impresiones sobre lo que me rodea y sobre cómo respondo a ello para analizarlo desde fuera.
No obstante, pese a que pretendo utilizar este blog tanto desde dentro como desde fuera, fue mi primera intención (y sigue siendo lo prioritario) hacerlo servir de escaparate para una forma de entender diferente, a menudo escondida y, cuando descubierta, menospreciada.

Es ésta una forma de entender enterrada bajo lo que se hace llamar progreso: la decadencia de la especie humana, el desuso de la razón, la concesión de credibilidad a argumentos sin una base sólida, la asunción de principios éticos que responden más a las modas que a una reflexión ordenada, la defensa de lo visceral frente a lo lógico... un regreso, en fin, a las formas arcaicas de todo lo que ha evolucionado hacia la libertad intelectual de cada individuo, a esas formas arcaicas que, vestidas ahora de modernidad y con caretas nuevas, siguen siendo el opio del pueblo.

Quería únicamente con esto hacer algo parecido a una presentación de lo que serán los contenidos de este blog. En cuanto a la presentación, cuento con testigos que conocen mi deficiente manejo de los computadores en general, de modo que, si en algún momento alguno de mis lectores siente la necesidad de expresar su malestar por tan desolado entorno, le insto a que se ponga en contacto con quien me conozca: ellos sabrán excusarme.

Un saludo.